15/7/13

Víctor, alias Vititor

Marina tiene un amigo llamado Víctor, que es uno de los que más soporta sus tonterías.
En primero y segundo de la ESO, Marina y Víctor tenían una relación un poco complicada ya que Víctor la fastidiaba cada 5 minutos con chorradas. Pero en verano, Marina se aburría mogollón y recurrió a hablar con Víctor y al final se terminaron llevando bien.
En el transcurso el verano, Marina le puso a Víctor 500 motes (vendetta), y aquí viene una lista:

-El chihuahua Fufú.
-El gato Misifú (y Vicente con Misifú Gatito-miau).
-Pikachu, (ya os contaremos más adelante).
-Moñiguita de musaraña.
-Pony, cuando consiguió que le llevara a caballito por el gimnasio.
-...
Dejando a un lado que Marina le trata la mayoría del tiempo como un gato, revolviéndole el pelo, maullándole y todo eso, suele gritarle en medio del patio: ¡Pikachu, yo te elijo! Haciendo que Víctor pase mucha vergüenza.
Todo surgió porque Víctor tiene una chaqueta gris con la capucha amarilla que le recordó a Pikachu, (estaba todo el día poniéndole la capucha), y por eso lo rebautizó.
Además de estas torturas varias, Marina le hizo firmar un Pacto por escrito (del que fui notaria) en el que prometía llevar unas orejitas de gato por su cumpleaños (el de Marina) y que le dejara hacerle una foto.
Al final, Marina se las apañó para que media clase llevara las orejitas (incluido Vicente).

16/5/13

¡Tú, el del B!

Estaba Marina con las dos Marías una mañana antes de que empezaran las clases. Una de las Marías estaba haciendo una lámina de plástica, que eran figuras geométricas y no recordaban cómo se hacían. Entonces oyeron ruidos en la clase de al lado y Marina pensó que el que estaba en la clase podría ayudarla con la lámina, así que fue a pedírselo, de una forma muy "normal".

   -¡Tú, el del B! -gritó.

Y salió corriendo a la clase. Se asomó y vio que el que estaba dentro de la clase era el chico que le gustaba. Estaba sentado en el suelo, "estudiando". Levantó la cabeza del libro y la saludó.

Marina, que estaba en estado de shock, se quedó media hora mirándolo, y en vez de saludarle y pedirle ayuda, se fue corriendo a su clase.
Llegó toda histérica y la otra María, la que no estaba haciendo la lámina, le preguntó qué le pasaba y Marina estaba tan nerviosa que no era capaz de articular palabra.
Ahora imaginaos la escena. Marina en el suelo balbuceando tonterías, las dos Marías intentando entenderla. El chico pasando por delante de la clase para ir al baño y, al ver el panorama, debió pensar que estaba en un colegio de locos.

12/5/13

Peluche gigante

Cuando Marina era pequeña, hacía también bastantes locuras, como habréis visto en las entradas anteriores. Bueno, pues una vez, Marina tenía un peluche gigante que le gustaba mucho.
Un día, su madre fue a su habitación para avisarle de que tenía que ir a bañarse. Marina, que tanto odiaba bañarse a esa edad, le preguntó a su madre que si podía meter un peluche en la bañera.
Su madre, pensando que iba a ser un pequeño peluche, afirmó y se fue.
Entonces la neurona de Marina, a la que llamó Toshi, se fue a dormir, lo que quiere decir que dejó de pensar durante un rato.
Cogió aquel peluche gigante que tanto le gustaba y lo metió en la bañera. Entonces el peluche empezó a absorber TODO el agua de la bañera, y cuando Marina entró en ella, ya no había absolutamente nada de agua

13/4/13

Cereeeebros

Marina tiene la manía de gritar/ cantar (berrear)/ hacer el idiota mientras caminamos por la calle.
El otro día, Marina se quedó en mi casa y fuimos a pasear a Iris, mi perrita. A mí me da vergüenza que grite por la calle, así para fastidiarme se puso a chillar.
Estuvimos viciadas a un juego llamado Zombies vs plants, en el que los zombies decían "cereeeebros" de forma muy graciosa, y Marina se puso a chillar eso por la calle, imitando a un zombie.
Yo me alejaba de ella corriendo para disimular que no la conocía de nada, y Marina me perseguía por detrás.
Lo más gracioso de todo fue que una señora que pasaba por nuestro lado se asustó, y salió corriendo también. Nos reímos mucho y luego Marina siguió gritando como una posesa. 

Por el cumpleaños de una amiga nuestra, Marina se puso a cantar otra vez y volvió a asustar a otro chico que pasaba cerca.
Es una manía muy vergonzosa para los demás de su alrededor que tiene, pero así los paseos de mi perrita son más entretenidos.

9/4/13

Momento de flipadura

Marina ve una serie de anime llamada BLEACH, donde los personajes tienen unos poderes especiales llamados BANKAI, y para liberar esos poderes pronuncian en alto ¡BANKAI!
Imaginaros qué pasó:
Estábamos en el patio, dando educación física, y tocaba juego libre, así que decidimos "jugar" al bádminton.
Marina cogió la raqueta y, en su momento de flipadura, alzó la raqueta por encima de su cabeza y en un movimiento descendente gritó: ¡BANKAI! (Lo más normal del mundo)
Ésto es un modelo de un friki total.

29/3/13

Marina es una aficionada a la lectura y un día salió a la calle con un libro en la mano. Supongo que el libro estaba interesante, porque no apartaba la vista de las letras.
Entonces, ella que iba tan metida en su libro, chocó contra una farola y se dio tal golpe que rebotó y casi se cae al suelo.
Creo que pasó algo de vergüenza porque desde ese momento no volvió a leer por la calle.

28/3/13

El semáforo rebelde ۩

Marina tenía unos 9 años, e iba por la calle con sus padres, algo normal.
Iban a cruzar la carretera, y el semáforo era de esos que hay que darle al botón para que se ponga en verde.
Marina presionó el botón y esperó.

Siguió esperando, esperando, esperando... Y el semáforo seguía en rojo.
Ella, una impaciente a esa edad, se puso a hablarle al semáforo (también muy normal).
   -Perdona, ¿te cambias de color al verde de una vez?
Lo normal es que no le respondiese, y no lo hizo, claramente.
  -Pero venga ¡cámbiate!
Silencio total.
   -¡Qué quiero cruzar! -se relajó un poco cuando vio que por fin se ponía en naranja para pasar al verde -Gracias. -sonrió y cuando se puso en verde, cruzó con sus padres tan tranquilamente la carretera.

25/3/13

¡Plaf en la cara!

La semana pasada en mi colegio fue un poco especial, tuvimos las jornadas culturales donde solemos hacer talleres, ver pelis o cualquier cosa que no sea estudiar.
El primer día de las jornadas culturales mi curso fue al Madrid Cervantino, donde nos explicaron la vida de muchos autores. Bueno, pues para llegar allí tuvimos que coger el metro.
Yo iba con mi amiga Teresa, y Marina estaba como siempre, pululando por ahí.
Entonces se le acercó Vicente, y con rencor (pues Marina le fastidia la vida en cuanto puede con los gatos, ya que adora a ese animal y se pasa el día entero hablando de ellos) la empujó con fuerza. Marina se echó para atrás, y para vengarse le fue a dar un colleja. Levantó la mano por encima de su hombro y entonces sonó un plaf no muy agradable.
Marina se giró, y vio que detrás de ella había un señor con cara de mala uva, ya que la mano de Marina había impactado en la cara de aquel señor.
Ella le pidió disculpas, aunque el señor no tenía pinta de ser muy amable. Marina y Vicente se fueron de allí sin evitar partirse de risa.

24/3/13

La forma del ángel.

Teníamos que hacer un dibujo libre para plástica, y yo decidí hacer un globo. A Marina le gusta mucho dibujar manga, así que decidió dibujar un angelito con los brazos extendidos y las piernas juntas.
Marina no conseguía dibujarla bien del todo. Tuvo una grandísima idea.
Cuando se fue a duchar, se miró al espejo y entonces puso la postura que quería dibujarle al ángel, y consiguió ver por fin como hacerlo.

Más tarde, en el colegio, nos lo contó a María y a mi, y las dos, como para no, nos partimos de risa. Ella se rió con nosotras, pero creo que en el fondo no veía la gracia.
María empezó a fastidiar a Marina con eso: María la llamaba y cuando Marina se giraba para mirarla, ella ponía la pose del ángel y se reía.
Entonces empecé a hacer lo mismo y Marina comenzó a cansarse, pero por lo menos sonreía.

El otro día se lo contamos a Vicente, y ese día él no pudo mirar bien a Marina.
   -Es que no puedo imaginármelo. -decía Vicente.
   -Pues dibújalo, pero ponme una toalla. -dijo  Marina.
Entonces Vicente hizo un dibujo de una chica (Marina), y en vez de ponerle toalla, le puso un cuerpo en forma de plancha, o eso es lo que dijo Vicente.

Ahora, siempre que queremos molestarla, tenemos esa bromita para avergonzarla un poco.

9/3/13

Chupetes voladores.

Marina no tenía más de dos años y todavía iba a la guardería. Solía llevar un chupete con cadena para que no se le cayese. Ella era muy especial en esos tiempos, aunque ahora también lo es pero de diferente manera.
El chupete es importante. Ella cogía el chupete por la cadena y lo hacía girar en el aire para luego lanzarlo hacia Sony, su gato. Sony se asustaba siempre que la veía hacer eso, y creo que desde entonces se alejaba de Marina cuando se preparaba para tirárselo.

Lo mejor de todo no es eso, sino lo que voy a contar a continuación:

Marina, ya acostumbrada a que le dejasen tirar el chupete por los aires; llegó a la guardería un día. Todos los niños estaban tan tranquilos, jugando y divirtiéndose, como cualquier persona a esa edad.
Pero claro, llegó Marina y, ¿qué pasó? Cogió su chupete, lo hizo girar y lo lanzó en dirección a los niños.

Creo que esos niños se cogieron un trauma desde ese día. Así es Marina, muy simpática cuando quiere.

Sus padres, ese día, cuando fueron a recogerla, la cuidadora de la guardería les dijo que había tenido que castigar a Marina por haberles tirado el chupete a sus compañeros. Ellos se rieron, porque sabían perfectamente por que hacía aquella locura.

5/3/13

Sony

Un día Marina me contó una anécdota que había tenido de pequeña.
Para entender la historia, hay que saber que Marina tenía un gato llamado Sony. Empiezo:
Ella tenía X años. Era la hora de bañarse, pero Marina odiaba y odia el baño. Su madre preparó la bañera y cuando acabó, salió del baño. Entonces, Sony, saltó al borde de la bañera y se sentó.
Él estaba tan tranquilo hasta que, de repente, Marina salió de la nada y dijo:

-Sony, hueles mal.

Y acto seguido Marina empujó a Sony y él cayó al agua de la bañera.
Sony, asustado, salió rápidamente de la bañera mientras Marina se partía de risa.

28/2/13

¡Ay, Laura, déjame!

Eran las tres de la tarde y las clases ya habían acabado. Marina y yo nos entretuvimos un poco y salimos las últimas de clase.
Bajamos corriendo las escaleras y entonces Marina se paró y yo me quedé esperando a que reaccionase.
Entonces dijo:

   -¡Ay Laura, déjame! ¡Suéltame! ¿Qué haces?

No sabía de que me estaba hablando, no la estaba ni tocando. Y no entendía porqué no se movía:

   -Pero Marina, ¿quieres moverte?

Estuvimos así durante unos segundos. De repente me di cuenta de que la mochila se le había quedado enganchada en la barandilla de las escaleras, y entendí en seguida porque no se podía mover.
Se lo dije mientras me partía de risa. Desenganchamos la mochila y seguimos bajando las escaleras sin dejar de reírnos.

26/2/13

¿Dónde está tu madriguera?

Un día que no había colegio, Marina iba a venir a casa a pasar el rato, pero ella no recordaba mi dirección. Así que decidió mandarme un mensaje de forma graciosa que decía:

"Hola conejito, ¿dónde está tu madriguera?"

Pero yo nunca recibí ese mensaje.
Más tarde, recibí otro mensaje de Marina que ponía:

"Laura, en serio, que no me acuerdo donde vives"

El mensaje me pareció un poco extraño. Le respondí diciéndole mi dirección y cuando Marina llegó a mi casa, estaba muerta de vergüenza.
Me contó lo que había pasado con el primer mensaje. Lo que pasó es que Marina, como siempre, estaba pensando en lo que no debía, y le había mandado el mensaje al chico que le gustaba. (he aquí en lo que estaba pensando).

22/2/13

¡Dios, pero qué mal estás!

Yo estaba medio dormida en clase, ni siquiera me acuerdo en que asignatura estábamos, cuando vi que Vicente y Marina se estaban chinchando como siempre. Cuando pararon, cada uno volvió a lo suyo y Marina se puso a cantar en su mundo de luz y color, nada nuevo:

   - Voy a matar a Vicente tralará, lo asesinaré tralará... (8)


Marina no sabía lo que estaba cantando, ya que estaba muy metida en su interpretación. Cuando volvió al mundo, Vicente la estaba mirando flipando en colores.


   - ¡Dios, Dios, Dios, pero qué mal estás!- soltó mirándola aluncinado.


Marina se empezó a reír, ya que ni siquiera sabía lo que había hecho. Estuvo toda la clase con su risa de burro asmático y Vicente le dio la espalda ya que le daba vergüenza ajena.

21/2/13

El principio de una bonita y "normal" amistad

Mi nombre es Laura Martínez, tengo catorce años y mi vida era bastante aburrida antes de cambiarme de colegio. Desde el segundo día de clase en La Inmaculada-Marillac, mi existencia en este mundo empezaba a tener sentido.
Os voy a contar la historia de mi mejor amiga, Marina, una niña de mi edad, inteligente, bastante mona y muy simpática; pero que en el fondo de esa chica se encuentra la verdadera Marina: traviesa, sádica y lo mejor de todo, muy graciosa. No hay ni un solo día que no te haga reír  A veces lo hace sin querer, suele ser patosa, como yo, y eso me gusta, es más, le gusta a todo el mundo, no hay a ninguna persona que le pueda caer mal, es imposible.
Empezaré por el día en que nos conocimos. Yo tenía doce años y empezaba primero de secundaria en un nuevo colegio.
El primer día me fue bastante bien. Unas chicas que llevaban varios años en este colegio me recibieron adecuadamente y no fue un día incómodo, como creía que iba a ser.
Al día siguiente llegué tarde a clase. El reloj del colegio va unos minutos adelantado y no calculé bien la hora a la que tendría que salir de casa para llegar puntual. Me senté en mi sitio y atendí a las clases, como solía hacer a esa edad. Cuando vino la tutora, le di una nota que me había firmado mi madre para que me cambiaran de sitio, más cerca de la pizarra, ya que no veo muy bien y en ese momento aún no llevaba las gafas. Me sentaron al lado de dos chicas, la de mi izquierda llevaba el pelo corto y el mismo uniforme que el mio; y la de mi derecha tenía el pelo más largo y un flequillo que le tapaba parte de sus bonitos ojos, llamada María.
Me sentía un poco rara todavía, no conocía absolutamente a nadie.
Entonces, ocurrió lo que menos me habría imaginado en toda mi vida. La chica de mi izquierda, Marina, me miró, y yo, por acto reflejo, la miré también. Entonces dijo la siguiente tontería:
   - ¡Tú, chusma de conejo!
Fue el peor comentario que me habían hecho en mis doce años de mi vida. No supe como reaccionar, solo quise defenderme, y lo primero que me vino a la cabeza lo dije en alto:
   - ¡Y tú chusma de tortuga!
Supongo que no es la mejor respuesta para aquel insulto, pero funcionó, porque nos reímos las dos y lo primero que pensé fue que era el principio de una bonita y rara amistad.
Desde ese momento, Marina es mi tortuga y yo soy su conejo. Y ésta es la primera tontería de miles que hemos hecho juntas.